Yo estoy aquí y él allá

Minimuerto en un miniclub y ni una miniresponsabilidad…

Eso del título es un aforismo familiar que viene de una historia que de tan triste  ya da risa:

Andábamos por el centro histórico ya de noche y notamos que a un carro le han roto un vidrio. ¿Que hacer? Pues bueno, por suerte estábamos cerca de una plaza pública. Una plaza publica que además albergaba los edificios del Poder Judicial Estatal y los juzgados civiles. Excelente, allí debe haber policías.

Caminamos la media cuadra que nos separaba de la plaza y les informamos a los “vigilantes” (unos malfajados fumadores en uniforma de remedo de policía) de nuestro hallazgo del carro recién (supongo que recién) robado.

- Huuuuuuy, es que no podemos ir pa’lla, zezque yo’stoy aquí y mi compañero está allá…

No eran dos vigilantes en un edificio público sino que eran los vigilantes de cada edificio compartiendo anécdotas (o lo que hayan estado haciendo) en la fachada de uno de los edificios.

- Pero, bueno, hay dos. Uno puede ir a ver.

- Uh, nooooo. Es que no nos podemos separar de aquí. Es que yo’stoy aquí y él allá.

(La lógica kafkiana de los policías no extrañará a nadie que halla estado dos semanas en México, supongo. El hecho de que con toda veracidad don policía tuviera la capacidad de afirmar la ubicuidad de su compañero de plática y permanecer tan sereno, estarán de acuerdo, no tiene madre)

Nos retiramos a seguir con nuestros asuntos. Lamentando no poder hacer nada por el dueño de la caribe a la que un cristal y un estéreo menos habían dejado en una callecilla del Centro Histórico.


¿A que viene la queja/anécdota/aforismo-explicado?

El fin de semana un chavo de 16 años resultó muerto. Kaput. Cadáver. Irreversiblemente impedido de seguir comiendo, estudiando o enamorando adolescentes.

Resultó muerto en un antro /quelesdicen/ que funcionaba irregularmente dejando entrar a menores de edad y dejó a sus padres huérfanos de hijo (desolados debería adoptarse como palabra oficial para tan triste condición) .

Irregularmente, no clandestinamente, que estaba ubicado en una buena zona de la ciudad y tenía una bonita razón social y (supongo) se anunciaba de algún modo para atraer clientes.

Me detengo en la bonita razón social: “Mini Club”. O sea que era mini, o sea que era para menores… Jodimos. ¿Cómo es que a algo así se le deja funcionar libremente? Y en los noticieros se han desgarrado las vestiduras sobre el tema buscando un culpable. ¿Por qué sólo uno?

Las autoridades rápidamente declararon que esto era un suceso lamentable… Que buen corazón tienen.

El punto es que entrevistaron sobre el tema al Director de Comercio del Ayuntamiento para saber si iba a renunciar o si iba a correr al inspector de la zona o a ver que carajos pensaba hacer. Pero ni él piensa renunciar, ni va a correr a nadie “por que no hay más personal” (Este punto requiere de una larga explicación, que la tiene y no sirve como justificación de nada). Además el señor nomás vigila los comercios que están afiliados (es decir los que tienen licencia de funcionamiento), lo cual nos deja con la perfecta lógica de que si no quieres ser molestado en tu negocio, no te afilies y no tienes obligación de respetar la ley. Que el seguimiento de la ley es voluntario, pues. Una belleza por donde le busquen.

Luego entrevistan a la Presidenta Municipal, que entre otras linduras, además de que ni piensa renunciar, ni correr al inútil del Director de Comercio - que no dirige ni madres-, se suelta con esta: “Noooo, es que ¿cómo vamos a vigilar todos los establecimientos? No hay suficiente personal para vigilarlos a todos. ¿A poco vamos a poner un tránsito por cada carro, también?”

(Estoy parafraseando, por que iba manejando y oyendo el noticiero. Si necesitan que se hagan aclaraciones me avisan, pero con el audio de la entrevista en la mano)


Igualito que los policías, la presidenta está acá y el director de comercio allá. No sirven para un carajo ni juntos ni por separado. Pero allí están.

Diosa nos coja confesados.

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Yo miento, tú mientes, él miente...

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