Edupunk (II)

Esta segunda parte (acá la primera) debería seguir en orden cronológico mi espiral descendente hacia el lado oscuro. Pero me brinco un pedazote a mi epifanía de hoy hace un rato… Flashforward de primaria al tiempo presente

De como la evaluación arruina el aprendizaje

El fuego se extingue

Se los comentaba a los alumnos que egresarán este semestre de la meso: Como alumnos están metidos en un sistema que los ha estancado en un esquema coercitivo ejercido menos por el maestro que por las calificaciones (pero por ambos, al final del día).

En la primaria no hice tareas y en la secu batallé para darles seguimiento. La verdad es que yo ya estaba en el esquema mental de que en la escuela se va a aprender. Por lo tanto, si la tarea se hace para verificar el aprendizaje que debería darse en el aula, estamos creando una distracción auto infringida en nuestras clases. Ya sabe el alumno que habrá un trabajo, un examen o un tarea que significa su calificación.

Eso permite que el alumno pueda usar su tiempo de clases para conseguir novio, novia, amigos, problemas, tramas, traumas, etc.

El alumno simplemente debería coadyuvar a su proceso de enseñanza y, al final, decidir si está listo para un mayor grado de dificultad si le interesa saber más, mejorar o aprender. Que tenga el poder de elegir su área de crecimiento, su entorno de aprendizaje.

Tengo una nena en preescolar, les están haciendo exámenes. ¿¡Que chingados es eso!? Es un lavado de manos (tan artificial como el de Pilatos, if you will) para que la maestra y la escuela dejen de lado su responsabilidad de saber que tanto está aprendiendo y como está aprendiendo el alumno. Hacer parecer que el alumno es el que alcanza a aprender hasta cierto grado (as in grade) o no lo alcanza.

En el proceso de culpar a alguien más, el alumno jura que el maestro lo odia, el maestro jura que el alumno es apático y las escuelas cobran por estandarizar y numeralizar a los estudiantes.

***

Todo lo anterior me pone en un dilema. Para los que no sepan, estoy en la docencia en mi carrera y en mi alma mater. Pero aún no hallo la forma  de hacer que los alumnos se olviden de obtener una calificación y se dediquen a exprimir lo poco que le puedan exprimir a uno. Aún encuentro almas acostumbradas a vivir en la jaula del 60/100. De asistir por que es requisito.

Y lo peor es que entiendo quien apagó su fuego. Fuimos los maestros.

 

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